jueves, 2 de agosto de 2007

El Zancudo

(No mata, pero hace roncha)

Hay de muertes a muertes

Arturo Soto Munguía

Las estampas que van formando el cuadro de lo que somos y lo que hacemos, suelen ilustrarnos, a menudo con crudeza, acerca de los íntimos regocijos o las dolorosas penas que conviven porque sí, en un inacabable cachondeo que, afortunadamente, nunca falta quién lo escriba.
Desde las lejanas tierras de Oaxaca, cuna de la Guelaguetza, la APPO y el tiranuelo Marín, alguien nos envió una nota que transcribo en este espacio, íntegra y respetando la redacción original, para que vean que en todas partes se cuecen habas.
Cedo el espacio, nomás para ilustrar a los eventuales lectores de esta columna, que en más de una ocasión han llamado la atención acerca de su proclividad a lo escatológico, para que vean que El Zancudo más atrevido, es un salmo, comparado con lo que a continuación leerán con sus propios ojos. Pues ni modo que con qué, dirán.
El despacho en cuestión apareció en un periódico que por mal nombre lleva el de Notiroja, y a la letra dice:

Vecino de San Sebastián Abasolo Tlacolula Oax (balazo).
MURIO ACARICIANDO A “LA MECHUDA” (Cabeza)
Cuando se preparaba para un festín sexual, mejor se le paró el corazón. (Bajada)

Texto y foto: Carchi / Notiroja, Oax.

Abrahán López de 72 años de edad se llamó la persona que por ese instante se le antojó una mujer de la vida galante, de esas que deambulan por las calles del centro histórico de la ciudad, y como observó una de ellas muy apetitosa, se pusieron de acuerdo y comenzaron a tratar “el rancho” y de a como iba hacer la apuñaleada “al chango”.
El ancianito recién llegado de la Unión Americana originario de San Sebastián Abasolo Tlacolula, Oax, quien paseaba por la ciudad recordando los años en que la ciudad, tenía una tranquilidad social se dio cuenta del desfile de chatarras del servicio urbano que circulan por las céntricas calles, en eso fue cuando sin pensar caminó hasta donde se encuentran las bellas y ancianas sexoservidoras en donde observó a una que tenía tremendo “pedorrón” y se le antojó.
De ahí comenzó el trato para ir a “echar su palito al depósito chamaquero”.
-¿Cuánto?... tanto… ¡Y sopas!, al hotel de paso para darse el gran festín con aroma a tiburón, Abrahán de inmediato se acostó en la rechinante y apestosa cama en espera de ese tremendo diferencial K-quero y por supuesto de aquel exquisito manjar conocido como “La Mechuda” el cual cuando lo tuvo cerca, lo comenzó a peinar manualmente mientras se le enderezaba el asunto.
La sexoservidora aún desesperada por la tardanza del cliente quien solamente le estaba enredando los pelos de “la tarántula”, le reclamó si se la iba a comer o no, porque se le estaban escapando más clientes que la esperaban en la calle, el anciano le contestó ¿es que esta cosa no se quiere parar? –pero dijo la sexoservidora que su cliente en turno, de repente comenzó a hacer feo, y poniéndose la mano izquierda en el pecho del lado izquierdo y ¡Zass, ahí quedó todo menzo con la mirada fija en el techo blanco!
Señaló la comerciante de su cuerpo que le dio miedo y de inmediato le dio aviso al encargado del hotel y fue así como solicitaron el arribo de paramédicos del RIVAC, quienes se introdujeron al cuarto donde se llevaría a cabo el frustrado festín humano, manifestando “este viejito ya estiró la pata”, por lo que no les quedó otra alternativa de solicitar el arribo del agente del Ministerio Público para que se hiciera cargo del levantamiento y traslado del cadáver rumbo al anfiteatro en donde fue identificado por sus familiares.
Hasta ahí la nota.
Pero por si hiciera falta documentar los hechos, aparece también la fotografía de don Abrahán, tendido cuan corto era, con el siguiente pie de foto: El ancianito Abrahán López de 72 años de edad, murió de un paro cardiaco o no aguantó la vergüenza de que “su asunto” no le respondió, o no soportó el olor a tiburón de la sexoservidora que le iba a quitar la calentura.
Como podrán apreciar, al lado de la anterior joya del periodismo de nota roja, palidece de envidia cualquier intento que se haga en nuestros medios locales, por relatar las historias negras con un toque de sarcasmo las más de las veces mal logrado.
Habrán de perdonar la cita en extenso, pero la nota no tiene desperdicio.

PD.- Si las cosas siguen como van, voy a llegar a La Habana con mi cara de baboso, a decirle a la gente de la Biblioteca Villena: Pues fíjense que siempre no habrá presentación, porque se me acabaron los libros en Hermosillo.
Y si quieren echarle la bronca a alguien, échensela a la Irisdea Aguayo, al Sergio Valle, al Fano Campoy, a la Olivia Santana, a la Alejandra Olay, al Carlos Sánchez, el Pin Shivago, el Rubén Duarte, y la bolita de amigos y colegas que en estos días tuvieron a bien hacer un campito (campote) en sus apretados espacios en medios de comunicación, para difundir el vuelo de El Zancudo por los tropicales aires habaneros.
Lo anterior no sólo ha traído consigo la multiplicación de solicitudes de ejemplares, sino que entre carrera y carrera ya no sé si voy o vengo y por lo pronto ayer, el Froy se la cobró y me dio una paliza de diez a uno en el billar.
Servido, colega, para que no digo que nomás cuento las que gano. Je.

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