martes, 1 de mayo de 2007

El Zancudo nos muestra que el 1 de Mayo los trabajadores salen a la calle, y se da el tiempo para analizar el periodismo de El Imparcial de Hermosillo

Periodismo de la Frontera
El Zancudo
(No mata, pero hace roncha)

Arturo Soto Munguía

Hay cosas que cambian, y cosas que no cambian.

¡Pos a webo!, exclamará el dialéctico lector de esta laboriosa columna que celebra el Primero de Mayo trabajando.
No como Tubutama, pero quizá como Benjamín Hill, agregaría mi amigo Fernando Gutiérrez, mejor conocido como El terror de los paños y las buchacas.
Pero ni modo, la frase salió naturalita, después de curiosear por el mundo, paseando la vista por algunos países donde los trabajadores suelen tomar la calle en esta fecha, haciendo sentir su presencia de las más diversas maneras.
La primera marcha del Primero de Mayo a la que asistí, fue por allá en 1985 y el recuerdo es borroso, pero en él aparecen los contingentes de la CTM, flanqueados por obreros que no parecían obreros, ya que estaban bien comidotes los muy méndigos.
Tanto, que ni les costó trabajo cargar durante horas y bajo el sol, las pancartas sobre las que escribieron cualquier leyenda de época, tipo: “Gracias, Don Fidel”.
La leyenda y la cartulina era lo de menos, porque apenas lograban camuflajear el garrote que las sostenían, pues de lo que en realidad se trataba, era de resquebrajárselos en el lomo a cuanto sindicalista independiente quisiera incorporarse a la marcha.
Huelga decir que en algunos casos, lo consiguieron.
Eran días agitados, aquellos, cuando el sindicalismo independiente convocó al primer Paro Cívico Nacional, y por todo el país hubo madrazos y apañones, que eran vías muy socorridas de parte del gobierno y el sindicalismo oficial, para dirimir el debate con las fuerzas opositoras.
Esa, es una de las cosas que ya no son como antes. O cuando menos, se presentan en menor escala, como en la celebración de ayer, donde se registraron enfrentamientos en Oaxaca, Hidalgo y Puebla, donde asistieron los respectivos gobernadores.
Pero en Tabasco, por ejemplo, fue diferente.
Lo que impidió al gobernador asistir a la marcha obrera, fue la ejecución a quemarropa de un ex comandante de la Policía Judicial del Estado al que apodaban El Pescaón, sobre cuyo cadáver colocaron la siguiente leyenda: “El tiene quien lo cuide, y uztedez quién? Y uztedez, zoplonez, la cabeza van a perder… Z”.
Así las cosas, Andrés Granier prefirió esperar a los contingentes en Palacio de Gobierno, donde sus servicios de inteligencia, después de leer ese texto ya tienen tres líneas de investigación: una que apunta hacia Hugo Sánchez, otra a Marta Sahagún y una última, a los sicarios del Cártel del Golfo, conocidos como Los Zetas.
Lo cierto es que esta es otra de las cosas que sí han cambiado: antes los gobernadores no dejaban de asistir al desfile, aunque para ello tuvieran que ir fuertemente custodiados, por si había problemas con la disidencia sindical.
Ahora le tienen más miedo a los narcos que a los sindicalistas.
Pero bueno, es natural que las cosas cambien, evolucionen.
Por ejemplo, en la ciudad sede de la masacre de obreros que se recuerda en este día, la marcha estuvo encabezada por la señora Hillary Clinton, esposa de ya saben quién, senadora y para más señas, puntero en la carrera por la sustitución del presidente más estúpido que haya pasado por la Casa Blanca.
La señora, que tontita no es, levantó en Chicago las banderas de una reforma migratoria y un fin a las redadas y deportaciones, lo que suena atractivo en un país donde 12 millones de votos… perdón, de personas, viven y trabajan en calidad de indocumentados.
Y mientras en Estados Unidos las demandas obreras son levantadas por la señora Clinton, el gran ausente en Cuba fue Fidel Castro, y en Chile, la marcha de la Central Única de Trabajadores (CUT) que viene siendo a los gobiernos de izquierda, lo que la CTM era para el PRI y casi lo sigue siendo para el PAN, fue tiroteada por un grupo de encapuchados que se enfrentó a palos y piedras con la policía, y ésta los repelió a punta de chorros de agua y gases lacrimógenos.
En México, mientras tanto, el autonombrado Presidente del empleo prefirió tomarse el día, pues ni falta que le hace andar por ahí exponiéndose a que le recuerden la miserable situación en que se encuentra la clase trabajadora mexicana.
Desde Colombia, no tenemos reportes de la conmemoración, pero nos informan que está por concluir la Feria del Libro de Bogotá, donde los ejemplares más vendidos fueron los de Gabriel García Márquez, y los del comediante mexicano Roberto Gómez Bolaños, Chespirito.
¡En serio!
Y ya de salida, y nomás para remachar el clavo de la pena ajena, échele un ojo, asalariado lector, proletaria lectora, al pie de foto con que El Imparcial dio cuenta ayer en su página electrónica, de lo más importante de la marcha obrera en Ciudad Obregón:
El Gobernador Eduardo Bours Castelo se trepa a un camion (sic) para mirar los contingentes que marcharon ayer en el desfile del primero de mayo en Cajeme mientras uno de sus guaruras lo vijila (sic) para que no se caiga.
Al que deben vigilar para que no se caiga, me parece, es al director de ese diario, que se gastó todo el dinero en a(Reforma)r su diseño, y ya no le alcanzó para pagarle a alguien que sepa escribir aunque sea un pie de foto.
De la profundidad en los temas y el tratamiento de los mismos, mejor ni hablamos, porque esa es otra de las cosas que no han cambiado. A sus 70 años, El Imparcial confirma que chango viejo, no aprende maroma nueva.

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