
Periodismo de la Frontera
escrito por Humberto Melgoza Vega
viernes, 16 de marzo de 2007
Sujetos identificados como agentes de la Policía Municipal compraron de manera masiva los ejemplares de este semanario, con la intención de impedir que la información en donde se les involucraba con delincuentes trascendiera a la opinión pública. Esta disputa al interior de la comandancia ya llegó hasta el Ministerio Público y es del conocimiento del presidente municipal. A petición de nuestros lectores, en las siguientes páginas reproducimos la información que desató todo el escándalo.
Como en los peores tiempos del PRI, la edición de la semana pasada del semanario CONTRASEÑA fue “secuestrada” casi en su totalidad por sujetos identificados como agentes de la Policía Municipal.
A bordo de unidades oficiales y en carros particulares, vestidos de civil, algunos con las camisetas que traen el escudo de la corporación, armados y por si fuera poco, en horas de trabajo, los agentes iniciaron desde temprano con su labor.
Para el operativo, en el que también participó al menos una mujer, se utilizaron un carro negro, otro de color gris, una Cherokee blanca y uno de los pick-ups blancos que utiliza el Grupo de Atención a Robos (GAR).
En algunos casos de manera amable, en otros con una actitud intimidatoria, los servidores públicos se distribuyeron por toda la ciudad para sacar de circulación lo más pronto posible toda la edición de este semanario.
En esa edición, del viernes 9 al 16 de marzo, la nota principal, titulada “La Policía Municipal huele a corrupción”, hablaba de la presunta complicidad entre agentes policiacos y delincuentes, así como de un supuesto caso de extorsión, en donde se le pedía a un narco 60 mil dólares a cambia de su libertad.
El semanario fue distribuido puntualmente como todos los viernes desde hace un año con 2 meses, tanto entre los voceadores como en los distintos puntos fijos, incluyendo tiendas de abarrotes, puestos de revistas así como en todos los Círculo K, Mercado del Sol, Fruterías Welton, Boticas Kent, etcétera.
Los responsables de la compra masiva del periódico lo hicieron de manera abierta, sin reparar en que estaban haciendo algo indebido en su afán por tratar de impedir que la información en donde eran señalados trascendiera a la opinión pública.
Sin embargo, esta medida les resultó contraproducente, ya que con la compra de todos los periódicos despertaron el morbo y el interés de la ciudadanía, luego de que el rumor corrió como reguero de pólvora, lo que provocó que se dieran a la tarea de rastrear el periódico, en muchos casos con resultados negativos.
Todavía entre miércoles y jueves, los fieles consumidores de este semanario y otros nuevos lectores atraídos por la curiosidad preguntaban a los voceadores si había salido una reimpresión.
Aunque en San Luis Río Colorado se presentó un hecho similar a finales de 1997, cuando La Prensa se imprimía en Mexicali, y que unos mañosos que lo interceptaron en el puente quisieron comprarle toda la edici?ón a Fernando Payán, encargado de la circulación, el caso más sonado se dio en 1985, en Tijuana, Baja California, cuando judiciales del estado secuestraron toda una edición del semanario Zeta, situación que fue denunciada en su momento.
Así lo consignó en uno de sus últimos escritos el finado periodista Jesús Blancornelas:
“En 1985 referimos en ZETA cómo el gobierno de Leyva le abría la puerta al narcotráfico, en ese entonces haciendo sus pininos en el crimen organizado, los hermanos Arellano Félix. En la edición del 20 de septiembre de aquel año, reportamos: ‘Agente judicial protegido de Edgardo Leyva Mortera denuncia a funcionarios de Xico. Traían credenciales del procurador Aguinaga y del Gobierno de Sinaloa. Pasaban una tonelada diaria de marihuana a San Ysidro’. Es conocido cómo agentes judiciales compraron toda la edición de ZETA, pretendiendo ocultar lo que era conocido: El narcotráfico se había infiltrado en Baja California y los Leyva lo permitieron”.
Ahora, más de 20 años después, en plena vida democrática del país y en un gobierno de Acción Nacional de nuevo se presentan este tipo de acciones que parecía eran parte del pasado.
*Crónicas urbanas
El pasado viernes 9 de marzo, desde temprana hora, los teléfonos comenzaron a sonar, cada vez de manera más insistente, algunos para informar sobre lo que estaba pasando, otros para preguntar si el periódico había salido.
“Fíjate que andan los agentes del GAR comprando todo tu periódico”, fue uno de los primeros comentarios recibidos, precisamente de un elemento de la Policía Municipal, quien estaba batallando para encontrar el semanario.
Primero frente a la Guarnición Militar, nada, llegaron policías y los compraron todos; luego, en el Círculo K de la calzada Monterrey y Tlaxcala, cero, ya se los habían llevado, después enfrente del Seguro Social, lo mismo.
O la información que traía el semanario era muy buena, que los ejemplares literalmente estaban “volando”, o alguien los estaba acaparando para que la menos gente posible se enterara.
“Hace rato llegaron unos policías y me preguntaron ‘¿tienes la CONTRASEÑA?, dámelas todas”, comentó el michoacano Rosalío Bañuelos, quien vende periódico enfrente del hospital del IMSS.
-¿Y cómo supiste que eran policías?
“Pues porque traían el ‘gafete’ y andaban armados…”.
Justo detrás de ellos comenzaron a llegar más agentes de la Municipal, quienes iniciaron su propia investigación para conocer la identidad de sus compañeros que ese viernes les “madrugaron” con los periódicos.
Eran alrededor de las 7:00 de la mañana cuando otra pareja de agentes llegaron a bordo de un pick-up blanco con Salvador Vázquez, voceador de las Nuevo León y calle 7.
-¿Tienes la CONTRASEÑA?
-Sí.
-Dámelas todas.
La misma situación se vivió con todos los voceadores, incluso en algunos casos hubo jaloneo, porque no se los quisieron vender todos, ya que también tienen entregas con sus clientes, como pasó con Don Nico, voceador y autor de la leída columna Voces de la Calle.
Nicolás Hernández también fue interceptado por los agentes policiacos, quienes intentaron comprarle todos los periódicos. Como Nico les dijo que no podía, ya que tenía que cumplirle a sus clientes, le ofrecieron pagarle 5 pesos más por cada ejemplar, pero no.
Algunos voceadores sí se aprovecharon de la situación y vendieron los semanarios hasta en 20 pesos.
“Pinchis policías, casi me llevaban cuando les dije que ya no tenía”, comentó medio fanfarrón el Toribio, quien se instala en la Madero y 12, mientras que Juan Vargas, que tiene el punto de la Libertad y 26, vivió una situación similar.
Alrededor de las 7:00 de la mañana de ese mismo viernes, una pareja de agentes llegaron a bordo de un pick-up blanco hasta la avenida Madero y 22 y le preguntaron a Lupe Orozco si tenía el semanario.
“Véndemelos todos”.
-¿Y tú qué hiciste?
-Pues se los vendí.
En el Círculo K de la Kino y Segunda una pareja de sujetos, identificados como policías por el gerente del turno de la mañana, se llevaron todos los ejemplares.
Primero en tono imperativo, y luego, ya más tranquilos, pidiéndolo por favor, a través de la ventanilla del auto servicio les fueron entregados unos 20 ejemplares, los cuales pagaron y enseguida se retiraron.
En la mercería Olivia también madrugaron para llevarse todos los ejemplares.
“Eran policías y ponle que dije yo, al cabo es cierto”, manifestó el propietario de la “catedral de los periódicos” en San Luis, José Luis Escobedo, quien se quedó con un ejemplar para leerlo.
*Que se investigue
El director de Seguridad de Seguridad Pública, Miguel Angel Medrano Saavedra, se comprometió a investigar “si en realidad fueron policías municipales, como tú lo dices, del grupo GAR. Habría que entrevistarse con los voceadores para que ellos le pongan nombre, si tomaron el número de unidad o de patrulla, y ya sería el representante social el que le dé curso a la indagatoria, hay que averiguar si alguien los mandó o si fue motu proprio”.
Medrano se deslindó del operativo para sacar de circulación el semanario “ya que en el citado reportaje no se me menciona directamente, ni algo que pudiera afectarme, lo que sí tengo conocimiento es que tu periódico es uno que a los policías les gusta mucho leer, pero en este caso habrá que ver cuál fue la situación”.
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